"Lo que filmamos es bastante fiel al libro. Aunque el miedo y la desesperación estén llevados al extremo, lo que el film muestra del amor entre padre e hijo es real. Las diferentes maneras en que las personas se enfrentan a una crisis. Eso se entiende en todo el mundo", dice Mortensen, que para este papel adelgazó mucho: tanto, que cada vez que sopla el viento en ese paisaje inhóspito que recorre, da la sensación de que no podrá dar un paso más. Pero lo da y sigue por la carretera con el niño de mirada imposiblemente inocente a cuestas.
Hijo del hombre"Hay momentos muy bonitos y tiernos en la película, que ocurren porque enfrente tenía a este gran actor, un genio. John Hillcoat, el director, y yo podríamos haber hecho el mismo trabajo con la misma entrega, pero si no hubiéramos encontrado un actor joven con la capacidad y la profundidad como persona que tiene Kodi, no habríamos llegado tan lejos", recuerda el actor que desafió aquel prejuicio que dice que no hay peor castigo para un intérprete adulto que trabajar con un chico.
"Me impresionó su aguante, porque, aunque yo estaba flaco y el frío me afectaba más de lo normal, para él -que es australiano y nunca había visto la nieve- era una experiencia completamente nueva. Se dio cuenta de una manera muy madura de que esa incomodidad le servía y me lo dijo: «Ya bastante difícil es todo lo que estamos haciendo para encima tener que fingir que tenemos frío. Es más fácil sentirlo en serio». El paisaje también ayudaba; era nuestra medida, porque era tan de verdad que nosotros no podíamos ser menos auténticos", recuerda Mortensen de los meses que pasó filmando entre la zonas afectadas por el huracán Katrina, un monte volcánico en el estado de Washington y en terrenos destruidos por minas terrestres.
Para hacerles frente a los rigores físicos del rodaje, pero sobre todo a los emocionales, el actor puso en marcha un proceso que suele diferenciarlo de sus pares y lo pinta de cuerpo entero.
La conexión argentina"Es muy difícil prepararte para el fin del mundo. Para mí, la preparación fue ver determinadas imágenes, películas y tomar notas. Tenía cosas escritas en la pared... cosas que me hacían pensar. Son los momentos de crisis física y mental los que le cuentan al espectador cómo sos. Todo el tiempo tenía muy presente una cita de José Ortega y Gasset... La tengo acá en el cuaderno. ¿Te la puedo leer?", pregunta Mortensen, y cuando se le dice: "Sí claro, por supuesto", se larga a recitar. Terminado el interludio de filosofía, recuerda una frase de Flaubert, y entonces, a casi veinte minutos de comenzada la charla, su tema favorito -al menos cuando se encuentra con un oído argentino-, San Lorenzo, se meterá en la conversación sobre padres, hijos y la falta de humanidad en un mundo posapocalíptico. Aunque la relación entre los temas parece poco probable y algo tirada de los pelos, Mortensen se las arregla para establecerla con una pasión que sólo un auténtico futbolero puede tener.
"Javier Aguirresarobe, nuestro director de fotografía español, tenía un asistente argentino, porteño, Matías Mesa, hincha fanático del Rojo, que, a pesar de ejercer una presión fortísima sobre Kody, no consiguió que se hiciera de Independiente. El nene aprendió a pedir choripán y mate y a hincharle las pelotas al español sorprendiéndolo con su acento porteño: es un «cuervo» total. Estoy esparciendo la «fe cuerva» en todo el mundo. Esa no sólo es mi misión, sino que es mi carrera, ése es mi trabajo. Lo del cine y la poesía, y todo lo demás son hobbies . De la evangelización del espíritu «cuervo», a eso me dedico", se entusiasma Mortensen, y no se sabe muy bien cómo, pero con un par de palabras y mucha imaginación, logra su objetivo, conectar la desolación y la lucha de su personaje para sobrevivir en medio de ella con la campaña reciente del equipo de sus obsesivos amores.
"Estos personajes, el padre y su hijo, a pesar de que parecen pasar mucho frío, y de hecho lo pasan, debajo de los trapos que llevan, tienen puestas las remeras de San Lorenzo", dice el actor, y se ríe.
Sin embargo, algo indica que está hablando muy en serio y que si a él le tocara enfrentarse al fin del mundo como lo conocemos, lo haría con una camiseta de su equipo, bien pegada al corazón.
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