Elias Konstantopoulos (foto) sufre un desorden genético llamado retinitis pigmentosa que causa una forma de ceguera incurable. Sin embargo, la tecnología le brinda una nueva esperanza.
En la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, le implantaron un microchip y, por medio de los anteojos especiales que se observan en la imagen, Elias es capaz ahora de distinguir entre la luz y la oscuridad.
Fuente: La Nacion.
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