miércoles, 12 de enero de 2011

Assange teme una condena a muerte


Duró apenas 12 minutos, pero en la audiencia judicial de la que fue ayer protagonista el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, fueron evocados todos los ingredientes de una buena película de suspenso: persecución, amenazas de revelaciones comprometedoras, sexo, rumores de tortura y peligro de sufrir la pena capital.
La mayoría de estos elementos fueron mencionados por el mismo Assange, incluso antes de que llegara ayer al tribunal aledaño a la prisión de Belmarsh, donde el juez Nicholas Evans confirmó que su proceso de extradición a Suecia, donde se lo acusa de agresiones sexuales, tendrá lugar el 7 y 8 de febrero próximos.
Pero los abogados del protagonista del escándalo de los cables del Departamento de Estado dieron ayer un paso más.
Presentaron un esbozo de su defensa, en el cual alegaron que de ser extraditado a Suecia, "existe un riesgo real" de que Estados Unidos busque la "extradición o entrega ilegal" del creador de WikiLeaks y de que éste termine en la polémica prisión de Guantánamo o condenado a la pena de muerte.
En Estados Unidos, Assange "corre un serio peligro de ser confinado y torturado como los reclusos de la prisión de Guantánamo y luego ejecutado", afirma el documento.
Gran Bretaña, como el resto de los países de la Unión Europea, condena la pena de muerte y suele rechazar pedidos de extradición cuando ésta pone en peligro la vida de la persona juzgada.
"Es bien conocido que figuras prominentes en Estados Unidos han implicado, y hasta declamado claramente, que Assange debe ser ejecutado", dijeron los letrados, en alusión a las declaraciones de la republicana Sarah Palin, entre otros.
El experto en informática australiano, de 39 años, comenzó la jornada de ayer con una entrevista telefónica a una emisora radial francesa durante la cual calificó de "situación orwelliana" su vida en una mansión del siglo XVIII, en el condado de Suffolk, donde se encuentra tras haber obtenido la libertad bajo fianza, el 16 de diciembre pasado. "Estoy acostumbrado a este tipo de presión, pero ésta es quizá la situación más dramática de mi vida", dijo.
Las condiciones de su liberación son restrictivas: Assange porta un brazalete electrónico de control y todos los días debe presentarse ante una comisaría local y acatar una "hora de queda", de 10 a 14 y de 22 a 2 de la madrugada. Esto no le ha impedido continuar en estrecho contacto con sus simpatizantes y con la prensa internacional.
Tras criticar la intervención ordenada por las autoridades norteamericanas de las cuentas en Twitter de WikiLeaks, de la diputada islandesa Birgitta Jónsdóttir y del hacker holandés Rop Gonggrijp, Assange advirtió que, "pase lo que pase", el número de revelaciones diarias "va a seguir en aumento".
De todos modos, admitió que desde la filtración de los secretos diplomáticos norteamericanos, y por el cierre de sus principales fuentes de financiación, su portal pierde 450.000 dólares por semana.

Fuente:La Nacion.

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